El intento ninja de Zuckerberg de hacer desaparecer la crisis reputacional de Faceboock con el humo de Meta no reduce el interés de valorar que puede dar de si esta apuesta de una empresa con miles de millones de dólares en caja y miles de millones de usuarios en las distintas plataformas de su propiedad.

La tecnología, tanto en su capacidad computacional como en su ubicuidad, ha dado avances considerables desde que Second Life en 2003 ofrecía su tanatoverso y que fue derivando en una comunidad virtual sólo para adultos en muchos de sus espacios en declive.

Tenemos pues precedentes poco halagüeños sobre lo que nos puede deparar este nuevo universo virtual. Por un lado, las prácticas de los actores del capitalismo de la vigilancia como Faceboock / Meta. Por otro el incremento general de la desigualdad en ingresos y los retrocesos en la confianza de jóvenes y no tan jóvenes sobre lo que depara el futuro y la búsqueda de nuevos asideros existenciales.

El discurso que parte de la premisa de “las herramientas son neutras”, es decir no son ni buenas ni malas en sí mismas sino en función de su uso, olvida que en este caso la neutralidad se ha abandonado desde el inicio, en el diseño. Podríamos retrotraernos a Aristóteles y tratar de definir que es un buen “metaverso”, cómo responde a su función, cómo alcanza la virtud que le es propia. Mis cinco predicciones van en este sentido.

En 2030 revisaré estas predicciones, animando también a que algún lector interesado las recupere y valore.

Primera: el uno por mil de las empresas que inviertan en el metaverso se llevarán el ochenta por ciento de los ingresos (0,1% = 80% de ingresos).

Segunda: existirá un nuevo término para referirse al deterioro de salud producido por la ansiedad que generar la imagen propia en el metaverso de los adolescentes.

Tercera: habrán aparecido varios escándalos sobre el uso de los datos y la intimidad en el metaverso. Las empresas implicadas entonarán el mea culpa y reconocerán el error que será debido a “malentendidos”, “fallos puntuales” o “técnicos poco competentes” poniendo parches que no resuelven el problema de origen que viene, de nuevo, desde el propio diseño.

Cuarta: existirá un metaverso chino/ asiático, controlado y dirigido no tanto por las empresas como por el gobierno chino. Estar o no, ser o no en el metaverso chino dependerá de ser un buen ciudadano según los patrones del estado.

Quinta: el metaverso moverá miles de millones de dólares generando tan sólo un 5% de empleos que negocios similares producen en el universo real. Por contra la valoración en bolsa de estas iniciativas tendrán 10 veces más valor que las que generan 20 veces más empleo.

Traerá también ventajas en temas como la formación, el ocio, incremento de la productividad de cierto tipo de empresas, mejora en las reuniones virtuales… pero todas estas ventajas, si no se trabaja ahora para revertir o al menos mitigar algunos de los aspectos comentados, difícilmente ayudarán a crear una sociedad mejor para la mayoría de nosotros.

Mientras tanto en Europa podemos sentirnos orgullosos de que existan iniciativas legislativas, de las que el Reglamento Europeo de Protección de datos es un ejemplo, que tratan de encauzar la tecnología en búsqueda de impactos positivos en las personas o al menos de tratar de evitar los negativos.