En el muy recomendable libro “La vida contada por un sapiens a un neandertal” de Juan José Millás y Juan Luis Arsuaga (Alfaguara 2020) hay un breve apartado al final ya del libro, cuando se trata el tema de la posteridad, en el que los autores visitan la tumba de Ramón y Cajal.

Mi primera recomendación es leerse el libro. Divulgación científica de tono ligero y ameno. Engancha y es una muy buena lectura sea en verano o en cualquier ocasión.

Cuando llegues a la última parte seguro que te surge la misma inquietud que a mí. Arsuaga habla de la figura de Ramón y Cajal, su relevancia en el progreso científico que lo sitúa a la altura de Newton o Darwin, y en su visita al Cementerio de la Almudena contempla el mal estado de su tumba y habla del poco éxito que tuvo el propio Arsuaga en convencer para que se pudiera mantener la casa en la que vivió el Nobel en Madrid.

Con los comentarios sobre el estado del lugar de último descanso de nuestro ilustre laureado lo primero que aparece en la mente inquieta es el interés por ver si a tumba sigue así o precisa de atención.

Tras alguna búsqueda por internet, al menos con mi habilidad, uno no acaba de saber si sigue en mal estado o se ha invertido en su mantenimiento desde la salida del libro. Dado que es de 2020 creo que la conversación de Arsuaga y Millás será de al menos un año antes, tiempo suficiente para que se haya hecho algo, más aún con la repercusión del libro.

Segunda recomendación: Visita al cementerio de la Almudena. No había estado nunca y mereció la pena una breve excursión, aunque por sus dimensiones puedes perder un par de días en visitar todos sus recovecos. Lo mejor es el plan con dos amigos incondicionales para poder, una tarde de agosto, acercarnos a ver con nuestros propios ojos la tumba de Don Santiago y de paso reflexionar sobre la posteridad, el recuerdo , la vida y la muerte.

La tumba no está muy lejos de la entrada principal y , aunque en el mapa que ofrecen fija la manzana del emplazamiento, hay que darse un pequeño paseo hasta localizarla en una de las esquinas. Y está bien mantenida. Mi agradecimiento a quien se haya tomado la molestia. Los tres amigos nos hemos citado para octubre de 2034, a los 100 años de la muerte del célebre catedrático para comprobar si sigue bien en su descanso.

Con la sensación de que hay cosas que funcionan, aunque sea tras mucho esfuerzo, mis amigos y yo nos fuimos de cena casera y ligera. Luego un buen ron , unos puros y una larga conversación sobre la vida, la muerte de los seres queridos, las sorpresas agradables que a veces te surgen y de como ratos así, de conversación sin prisa, nos renuevan las esperanzas sobre la humanidad, nos ayudan a digerir y compartir experiencias personales que nos marcan y quien sabe si mantendrán nuestro recuerdo en los amigos cuando ya no estemos.

Tercer y última recomendación. Búscate excusas para compartir ratos así con gente a la que aprecies de verdad. Cualquier excusa es buena; un libro, un reencuentro, probar un buen ron o la tumba de una Nobel. Ya ves que excusas no te van a faltar.